martes, 16 de marzo de 2021

El comercio europeo con el Lejano Oriente (hasta mediados del s. XIV):

Las especias orientales

Aunque hoy bajo el término especias se denomina a especies herbáceas que se utilizan en muchas ocasiones como condimentos, durante siglos con esta palabra se aludía a plantas originarias del extremo oriente y de una forma más precisa a las que llegaban de las Islas Molucas, conocidas como Islas de las Especias.
El uso de estas plantas no era sólo como condimento alimentario, sino que en ocasiones formaban parte de preparados con finalidad medicinal. Por referencias literarias de autores griegos y romanos sabemos que especias venidas de Asia estaban presentes en los lujosos banquetes de las familias más poderosas (incluido su uso para aromatizar los vinos que se servían), en los ungüentos que se aplicaban tras el baño, en los perfumes más caros, en los inciensos que se quemaban en los templos o en las medicinas que recetaban sus médicos.
El prestigio de estas sustancias se ha querido explicar también por las limitaciones que en aquellos tiempos sufría Europa, que todavía no conocía ni el té ni el café ni el chocolate, ni apenas disponía de azúcar. Si a esto le añadimos que se carecía de cualquier medio para conservar frescos los alimentos (especialmente la carne), estos se consumían en ocasiones en un estado no muy agradable para el paladar. Entiéndase lo que en estos casos suponía un poco de pimienta, clavo o canela: lo suficiente para aromatizar el producto y hacerlo comestible.  

 El comercio con estas sustancias comenzó probablemente hace milenios y de ello tenemos constancia escrita, por ejemplo, en relatos del Antiguo Testamento donde aparecen caravanas de comerciantes de especias en dirección a Egipto. Estas caravanas traían hacia occidente el clavo y la pimienta de la India, la canela y la nuez moscada de las Islas Molucas o el jengibre de China.
En la Edad Media el comercio de especias estaba en manos de los árabes que las compraban en la India y las transportaban hasta los puertos del Mediterráneo oriental donde se las revendían a comerciantes italianos que iniciaban su distribución por Europa.
El negocio tenía tales dimensiones que los árabes procuraron mantener siempre a los comerciantes europeos fuera de sus rutas comerciales para evitar cualquier tipo de competencia. A su vez los comerciantes italianos mantenían el monopolio de las especias.
Las complicaciones de la ruta desde Asia, ya fuese por tierra (hay que atravesar desiertos, montañas y altas mesetas llenas de peligros) o por mar (enormes distancias, tifones, piratas, barcos no muy seguros) elevaban el precio de las especias, que pasaban además por muchas manos (y en cada paso elevaban sus precios) antes de llegar a los consumidores europeos. Para hacerse una idea de la cotización de estos productos puede decirse que en la Edad Media un pequeño saco de pimienta valía lo que el salario de un trabajador durante toda su vida. 

La atracción por el negocio de las especias será lo que ponga en marcha los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI cuando los portugueses intenten hacerse con este negocio buscando una ruta a "Las Indias" distinta a la que musulmanes e italianos mantenían desde hacía siglos. Sólo con la irresistible atracción del negocio de las especias se entiende el enorme sacrificio en vidas humanas y dinero que harán las coronas de Portugal y España. (extraído de:http://olmo.pntic.mec.es/jtac0001/historia/exploradores/especias.htm )

"(...) Viajar por estas rutas era lento y costoso, muchas veces recorrerla en su totalidad tomaba dos años y las mercancías pasaban a través de varios intermediarios, lo cual incrementaba significativamente el precio final del producto. La tierra era árida. Los ladrones y la inestabilidad política de las tribus asiáticas centrales hacían a menudo el viaje muy peligroso, aún para las caravanas de comerciantes(...)"(Autores varios. "Historia europea del siglo XV")